Confinamiento Covid

Ha pasado ya un año de ese día, el confinamiento total. Un año desde lo que parecía una pelicula tremendista de ciencia ficción, donde media humanidad se ve exterminada, la otra media se convierte en zombie y unos pocos sobreviven. Menos mal que nada de eso ha ocurrido. (De momento) Y donde una vacuna milagrosa, logra que todo vuelva a la normalidad, a una nueva normalidad.

Esta es la historia, de 100 día. 100 largos días que nunca pensamos que fueran a ser tantos. Donde nuestra ventana era la televisión aunque lo único que veíamos no nos gustaba y nos enseñaba una realidad dura. Con las calles vacías, los animales sueltos y los hospitales desbordados. Donde la verdadera ventana se transformaba en nuestro punto de reunión, con las canciones de balcón a balcón. Los aplausos a las ocho de la tarde, luego se convirtieron en caceroladas, luego de nuevo en aplausos… una ir y venir.

Donde la cocina, con el horno, las recetas, el pan… fue nuestro punto de reunión con la familia. El paso del tiempo siempre fue bueno cuando tienes el estomago lleno, aunque luego los kilos se chivaran de los excesos.

Las clases on line, cuando los padres nos convertimos en profesores, en ingles, mates, lengua… incluso en deportistas de elite, haciendo clases de educación física. Para los que teníamos una casa de pocos metros cuadrados fue un reto hacer ejercicio.

Las quedadas pasaron del parque o el bar de la esquina al Zoom, donde los pequeños podian ver a sus amigos y olvidarse de la soledad por un instante. Y los mayores podiamos reir con los nuestros , incluso llorar y desahogarnos con todo lo que estaba pasando. Amigos, padres, abuelos, familia… cuanto se les echo de menos. Y a cuantos les seguiremos echando en falta.

Fuimos viendo durante este confinamiento, como nuestro trabajo menguaba, cada llamada era otro aplazamiento más. Y aunque los trabajos no se cancelaban, solo veías un abismo de inseguridad donde veías peligrar a tu familia. Todos tenían de que quejarse, el que trabajaba era un infierno, por el miedo al contagio. El que teletrabajaba, estaba cansado de compaginar trabajo y familia. Y el que se quedaba sin trabajo, rezaba para que no fuera para siempre.

Y así pasaron los días, y la libertad nos fue llegando poco a poco, saliendo una hora al día, cada uno en su franja. Las horas claras pero no revueltos. Seguíamos viendo todo cerrado, los bares, las tiendas, los parques… Pero los supermercados llenos, colas y colas kilométricas, pero los estantes vacíos. Primero el papel higiénico y luego la levadura. Que grande es el ser humano, que en momentos de necesidad piensa el lo innecesario.

Y por fin, el confinamiento llegó a su fin. Pero nada volvió a ser lo que era. Nacemos y morimos solos, para muestra este parto en tiempos de COVID. Nos tapamos la sonrisa para bien de todos. Nos alejamos de los que queremos para cuidarles.

La gran paradoja de la vida, cuanto más quieras a alguien más has de alejarte.

confinamiento covid
confinamiento 2020 covid
confinamiento covid
confinamiento covid
confinamiento covid
confinamiento covid
confinamiento covid
covid cuarentena
confinamiento covid
confinamiento 2020 covid
confinamiento covid
confinamiento covid
confinamiento covid
confinamiento covid
cuarentena 2020
confinamiento covid
confinamiento covid
confinamiento covid
cuarentena 2020
confinamiento covid
confinamiento covid
cuarentena 2020
confinamiento covid
confinamiento covid cuarentena 2020
confinamiento covid
confinamiento 2020 covid
confinamiento covid
confinamiento covid
2020 confinamiento covid
cuarentena 2020
confinamiento covid
cuarentena 2020
cuarentena 2020
Compartir en:

Volver a Sesión familia